La baja en el precio del cuero complica a la cadena de la carne vacuna, pero también a las curtiembres. Por eso se imponen cambios comerciales que beneficiarían a todos los sectores.
En los últimos años se viene dando una caída significativa y continua de precio internacional del cuero. No es novedad que la demanda global se fue diluyendo y que las industrias automotrices están reemplazando el uso del producto por otros en teoría más amigables con el medio ambiente.
La baja es notable y queda bien graficada en el informe del INAC que acompaña estas líneas. Si en el arranque del 2015 llegaba a casi u$s 0,90 por kilo, en la actualidad s valor apenas roza los u$s 0,24 y con tendencia a la caída. En sólo 3 años su valor se redujo casi a la cuarta parte.
Esto complica las cuentas de los frigoríficos y especialmente a los que prestan servicio de faena a terceros ya que se les reduce el ingreso por venta de subproductos con el que afrontan costos fijos como los salariales.
Pero no es menos cierto que también complica a las curtiembres que gozan desde hace décadas de la protección estatal en perjuicio del resto de la cadena (a la industria sí, pero también a la producción y al consumo ya que ese mayor costo o menos ingreso de las plantas de faena se trasladan al menos parcialmente al resto de los eslabones).
Por eso no se entiende la negativa de las curtiembres a habilitar la exportación de al menos un cupo de cueros por parte de los frigoríficos. Eso les permitiría desagotar sus stocks y valorizarlos, además, achicarían costos de almacenamiento y finalmente reducirían el riesgo ambiental con el que también cargan ya que no se puede tener a esa mercadería guardada y en buenas condiciones por plazos indeterminados.
En definitiva, la política que sostienen y que los avala desde hace décadas hoy les juega en contra, por eso insistimos con la necesidad de cambios comerciales para el cuero que ayudarían a toda la cadena.
