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Crédito: aacrea

Cría intensiva en el monte de caldén


El caso de una empresa que transformó un problema en una oportunidad.

En el año 2005, luego de que el campo se incendiara en forma accidental, los hermanos Juan y Federico Cola decidieron que podían aprovechar esa desgracia como una oportunidad para transformar un establecimiento de cría de baja productividad en un sistema de avanzada.

Hasta entonces, se trataba de un establecimiento de unas 4000 hectáreas con una proporción mayoritaria de monte de caldén –localizado en la zona puntana de Nueva Galia– poblado por un pastizal degradado por años de sobrepastoreo, dominado principalmente por pajonales.

El primer paso fue realizar siembras aéreas de pasto llorón. “En aquel momento, era difícil encontrar aviones preparados para llevar a cabo esa tarea, así que tuvimos que hacerlo de manera muy artesanal”, comentó Juan Cola, empresario integrante del CREA Buena Esperanza.

Ese fue el primer paso para luego comenzar a probar con otras especies que mejorarían la productividad forrajera de manera notable. Empezaron a implementar entonces un sistema de quemas controladas –cuidando de no afectar a los caldenes– seguidas de pulverizaciones estratégicas diseñadas para controlar el rebrote de pastizales indeseables. Así, los restos de la vegetación que quedaban en el suelo comenzaron a formar una excelente cama de siembra.

“Gracias al trabajo en red realizado con Carlos Peñafort (coordinador de la región Centro de CREA), Fabián Tomasone (especialista en recuperación de pastizales naturales), Guillermo Montilla (asesor del CREA Buena Esperanza) y técnicos del INTA Villa Mercedes –quienes monitorean la salud de los caldenes y la evolución del pastizal–, empezamos a escribir nuestro propio protocolo productivo”, relató Juan.

En 2017, a partir de la experiencia observada en un sistema de pastoreo racional Voisin, desarrollado sobre pasturas consociadas en Adelia María (Córdoba), la empresa decidió implementar en su establecimiento un sistema de pastoreo rotativo intensivo. “Eso nos permitió incrementar en una gran proporción las raciones que veníamos obteniendo hasta ese momento”, señaló Juan.

La división de lotes por medio de boyeros eléctricos en el caldenal (se construyó un total de 33.000 metros) se implementó de la mano de un proceso de capacitación del personal para que pudiese gestionar la nueva organización del restaurante del rodeo de cría. “Este sistema funciona solo si la gente está convencida. Hoy los integrantes del equipo de trabajo están más contentos porque el manejo y control de la hacienda resultan mucho más sencillos con el pastoreo rotativo intensivo”, afirmó el empresario CREA.

El sistema rotativo permitió aprovechar de manera más eficiente la enorme cantidad de recursos disponibles a partir de la siembra de diferentes especies combinadas, con el rebrote de las especies nativas deseables presentes en el banco de semillas del suelo. Mientras que en el pajonal original podían obtener un promedio de 45 raciones/ha, luego de la introducción de nuevas especies forrajeras ese promedio pasó a ser del orden de 140 raciones por hectárea.

El servicio es estacionado –diciembre a febrero– con inseminación artificial de vaquillonas de 15 meses de edad. La cuestión es que a partir de la implementación del nuevo sistema de pastoreo rotativo, los índices reproductivos del rodeo de cría disminuyeron. “Creemos que eso se debe a que al limitar la oferta disponible y obligar a las vacas a consumir recursos de menor calidad, ya no pueden seleccionar lo que quieren consumir, tal como hacían antes. Posiblemente los índices se acomoden cuando las vacas terminen de acostumbrarse al nuevo sistema, algo que tal vez exija un proceso de selección para reducir la población de individuos que no puedan adaptarse a él”, argumentó.

Cuando comenzaron a gestionar el pastizal, la carga animal era de ocho a diez hectáreas por vaca. Luego, con las mejoras forrajeras, pasaron a una vaca cada cuatro hectáreas. Actualmente la carga es de dos hectáreas por vaca.

“Con el nuevo sistema aparecen nuevos interrogantes que debemos comenzar a gestionar. ¿Cuántos días deben permanecer las vacas en una parcela? ¿Conviene poner bebederos móviles para evitar que las que se encuentran en las parcelas más alejadas de los fijos tengan que caminar tanto en verano? ¿Qué impacto tendría eso en la fertilidad del suelo por el aporte del bosteo? ¿Implementamos un sistema de seguimiento de conducta animal por GPS para evaluar posibles mejoras en el diseño del sistema?”, advirtió el empresario cordobés.

“Valoramos muchísimo las tres o cuatro visitas por año que recibimos de grupos CREA de distintas regiones, porque en cada una de ellas obtenemos perspectivas e ideas que van iluminando el camino”, indicó Juan. “Creemos que los logros obtenidos son muy importantes, porque además de generar trabajo y una mayor producción de carne, transformamos un ambiente degradado en otro que constituye una gran reserva de biomasa y biodiversidad, a la vez que es una excelente herramienta para controlar incendios no programados”, concluyó.

La nota completa forma parte de la edición de enero de la Revista CREA

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