El consultor Ignacio Iriarte explica qué pasa con la producción de carne vacuna y la demanda del consumo y la exportación. En contra: un consumo (el 77% de la demanda) todavía muy deprimido; una oferta de vacas insólitamente alta (+35% interanual), que reduce el stock de vientres e impide la suba de los valores de esta categoría, que llevan varios meses estancados, especialmente la conserva; la abundancia de sustitutos, que limita la suba de la carne vacuna; el faltante de novillos para hacer frente a la demanda internacional; el retroceso de los valores reales del gordo y el fuerte atraso del valor del ternero y de la vaca de cría; las altas tasas de interés; la falta de crédito; la incertidumbre institucional.
A favor: una situación forrajera entre buena y muy buena, la reducción gradual de la inflación, la recomposición parcial de los salarios, las perspectivas del mercado chino y las mejoras en los valores FOB pagados por este país; la habilitación de nuevas plantas para exportar a China; los problemas de nuestros competidores (Brasil, Estados Unidos) para abastecer a China; las perspectivas de mejores precios ante una reducción estacional de la oferta de las categorías típicas de exportación (vacas, novillos) para el segundo semestre; la muy tímida recuperación de la actividad económica (energía, turismo, construcción, agro); el mantenimiento de un tipo de cambio competitivo; la plena utilización de la capacidad instalada de gran parte de la industria frigorífica, especialmente la exportadora; el aumento genuino de la demanda a partir del boom exportador.
En enero-mayo, la oferta de carne vacuna retrocede un 5% con respecto a los primeros cinco meses del año pasado. Esta caída se da pese a los altos niveles de faena de hembras (51,0%), especialmente de vacas, con una baja del 8% en la faena de machos, también en el mismo período. La caída en el número de animales faenados, coincide con un retroceso en el peso medio de faena, que va de 227 kg a 225 kg, esto consecuencia de un retroceso en la matanza de novillos -que aportan kilos a la faena- y de un aumento explosivo en la faena de vacas, que aportan por cabeza menos kilos de carne que el promedio. Con estas tendencias en la oferta de carne, puede estimarse que este año la disponibilidad de carne vacuna por habitante sea del orden de los 64-65 kg, valor sólo superior en la serie histórica a los 62 kg del 2016, y bien por debajo de los 83 kilos del 2005, los 116 kg del 1978, o los 190 kg per cápita de 1924. La combinación de una oferta de carne declinante con exportaciones en aumento, reduce sustancialmente el volumen de carne disponible para el consumo doméstico, el cual habría caído un 15% en los primeros cinco meses del año, con una ingesta per cápita que en abril se habría ubicado en los 50 kg. Las notables perspectivas exportadoras que se presentan para este año -y probablemente también para los próximos años- encuentra a la Argentina con una oferta de carne declinante y un stock en el inicio de un proceso de liquidación.
La fase de liquidación del ciclo, en principio, tendría que estar originando más carne y no menos carne como está sucediendo, pero si bien la faena de hembras -especialmente de vacas- es muy alta, la de machos es sorprendentemente baja. Queda la posibilidad de que esta bajísima oferta de novillos y terneros sea consecuencia de un generalizado proceso de recría a pasto, a favor del excelente estado de los campos durante la primavera, el verano y el otoño, proceso que podría culminar en los próximos meses con una recuperación en la oferta de machos para faena. Más pasto, menos grano, menor número de animales encerrados en los feedlots, ciclos de engorde más largos. En el último año y medio se ha registrado una fuerte caída en la faena de terneros machos; si la cantidad de terneros destetados se ha mantenido o inclusive ha aumentado, esa menor faena de machos muy livianos debería terminar en algún momento originando una mayor faena de novillitos y novillos, cosa que hasta ahora no ha sucedido.
Un balance estimado y provisorio del mercado ganadero para 2019 indicaría una producción de carne del orden de los 2,90 millones de toneladas, que con exportaciones de 700 mil toneladas permitiría un consumo de unos 2,20 millones de toneladas, o sea unos 49-50 kilos per cápita. La combinación de una oferta de carne vacuna declinante con exportaciones en fuerte ascenso, podrían llevar al consumo local al nivel más bajo en 105 años de estadísticas oficiales, sólo superior a los 47 kg de ingesta que se dieron en 1920. El consumo local, en el corto y mediano plazo, estará determinado en buena medida por el volumen y valor de las exportaciones a China, cuya demanda ya significa el 16% del total de lo producido por nuestro país.