El precio del pollo acorta la brecha contra la inflación mientras que la demás carnes comienzan a perder la carrera. Alta oferta y menos poder de compra afecta a los valores en el mostrador y en la cadena ganadera.
El consumo interno le puso un freno al precio de la carne y eso afecta al valor de la hacienda en pie. Es muy probable que hasta que no se produzca una reducción en la oferta, es decir, hasta que los feedlots vacíen sus corrales, la oferta sea más que suficiente para un consumo bien abastecido y con restricciones en su poder de compra.
El informe del IPCVA indica que en julio el precio del pollo mantiene una suba de 70% respecto de igual mes de 2018. Sin dudas le gana a la inflación, pero se viene achicando una brecha que supo ser de casi 100%.
En el caso de la carne vacuna el aumento internanual es de 53%, empata a la inflación aunque con perspectivas de terminar perdiendo la carrera.
El cerdo, que se vende con valores inferiores a los de la carne vacuna, guarda una mejora del 50%.
Pese al incremento en las exportaciones de carne vacuna, la demanda interna se encuentra bien abastecida de carne. La suma de la oferta bovina (50 kilos hab/año), la de pollos (46/47 kilos según dicen los directivos de Cepa) y la de cerdos (15 kilos por hab/año) suma 111/112 kilos a los que se debe agregar un aporte aunque muy menor de carne ovina que da un total de 113 kilos. La alta oferta se encuentra con una demanda afectada por la crisis económica y por eso se planchan los precios de toda la cadena ganadera.